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jueves, 9 de agosto de 2012

Jose Luis Durand



Parte chileno, parte peruano y ahora también parte mexicano, este enólogo llegó a nuestro país para quedarse. Vino a México como parte de un proceso de selección de Domecq, en 2000, tras lo que se quedó con el puesto y de la mano de asesores de talla mundial, se encargó de llevar a la gran casa productora en una búsqueda seria por la calidad: desde el viñedo hasta la botella.
El valle de Guadalupe le abrió los ojos y la mente a variedades y complejidades a las que no se había enfrentado, y de allí nació su rebeldía.
Después de conocer e implementar estrictos procesos de control de calidad, este autoproclamado nerd crea la etiqueta ICARO, magnífico exponente de la viticultura nacional.
Ícaro quiere volar cerca del sol y lo hace desafiando incluso su propia supervivencia, sólo para encontrar que es humano al fin. En Ícaro José Luis vierte sus ímpetus y deseos de lograr el vino perfecto, de acuerdo a la realidad que le presenta cada añada; y comienza así un proyecto de exploración de los valles bajacalifornianos, cristalizado en productos realmente sorprendentes como MarElla, Enzo, Enzo lado B, Otello, COCO, 15 líneas, Mirlo, Marcel, Equus  Norte 32 y PLANETA

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