Antes de la conquista, México ya contaba con una respetable tradición en cuanto a la elaboración de bebidas alcohólicas se refiere. No obstante, la historia del mosto de uva fermentado comienza con la llegada de los españoles, quienes plantarón las primeras vides de la cepa conocida como Misión en la ciudad de México, mismas que fuerón extendiéndose hacia otros estados de la república.

La producción de vino en la Nueva España era vista como un negocio creciente en cantidad y calidad, ya que era capáz satisfacer la demanda de los nuevos colonos españoles, haciendo innecesaria la importación de vino español. Sin embargo, esta situación provocó el descontento de los productores del viejo mundo.
Esto trajo como consecuencia el decreto lanzado en 1595, por el Rey Felipe II, el cual ordenaba la exterminación de todos los viñedos plantados en la Nueva España, además de prohibir el cultivo de nuevas vides, salvo algunas excepciones,que incluían a las congregaciones religiosas y el caso muy especial de Don Lorenzo García, a quien le fue otorgada una dotación de tierras destinadas a la producción de vino y brandy, el 18 de agosto de 1597, dando lugar a la primera Bodega Vitivinícola del continente americano, en lo que hoy se conoce como el Valle de Parras, Coahuila: Casa Madero.

Esta de más mencionar las debastadoras consecuencias que el decreto de 1595 trajo para el vino mexicano, considerando que, a pesar de tener a la empresa más antigua del continente en su giro, otros países como Chile y Argentina ocupan hoy los más importantes lugares del continente en el mundo del vino.
Nuestra historia vinícola se retoma hasta 1810, durante el estallido de la guerra de independencia, a partir de la cuál surgieron muchas de las bodegas que conocemos actualmente y de las que hablaremos más adelante.
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